En Japón unos científicos realizaron un curioso experimento con un grupo de monos en cautividad en una pequeña isla. Les arrojaron unas patatas dulces a la arena para estudiar lo que hacían y los monos inmediatamente se las comieron, aunque les desagradaba encontrarse con arena entre los dientes. Uno más listo que los otros cogió una patata y la lavó en un arroyo y luego se la comió libre de arena. El resto de monos se percataron y acabaron imitándole. Al cabo de un tiempo, todos los monos cogían las patatas de la arena y las lavaban antes de comérselas. Noventa y nueve monos lo hicieron, pero llegó el mono número cien y revolucionó el sistema.
El mono número cien, no lavó la patata en el arroyuelo sino que se acercó a la costa con ella y se atrevió a meterla en el agua marina pues había probado la sal y sabía que las patatas estaban mucho más sabrosas saladas. Lo extraordinario del experimento es que no sólo le imitaron los demás monos sino que a partir de entonces empezaron a hacerlo también los de una isla vecina ubicada a 90 kilómetros de distancia. Y el fenómeno se repitió, se fue expandiendo por arte de magia entre los monos de la misma especie.
Esto demuestra un par de cosas.
Primero: las casualidades que a veces encontramos en descubrimientos científicos, teorías políticas, obras literarias..., que son desarrolladas por personas distintas en distintos lugares del mundo sin contacto físico entre ellas, no son tales.
Segundo: porque cuando alguien descubre algo y lo convierte en un hábito, de alguna forma está abriendo algún tipo de puerta mental o en otros planos o no sé exactamente dónde que hace que otras personas en otros lugares del mundo lo descubran igualmente.
En consecuencia: ¿Qué puedo hacer yo solo...? no es la pregunta correcta. Usted solo probablemente no puede hacer nada. Ni yo solo. Ni mil millones de personas solas, cada una en su soledad. Pero, ¿y todos juntos? Si se suman mil millones de pequeños solos se consigue un enorme todos juntos, (la suficiente Masa Crítica para dar un paso en la evolución) ¿no te parece una manera estupenda de cambiar el mundo?
Una gota no llena un vaso de agua pero es precisamente una gota exactamente igual a todas las demás, ni más ni menos importante, la que desborda un vaso lleno. Parece obvio que el mono número cien nunca pensó cuando se le ocurrió lavar la patata en agua de mar que él iba a desencadenar esa auténtica corriente de nuevo pensamiento y actuación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario